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LOS TRUÉBANOS.
«En Asturias existen tres tipos de colmenas fijistas (truébanos), que se distinguen por su forma y por el material con que están fabricadas: truébanos de tronco hueco, truébanos de tablas y truébanos de corcho.
Los dos primeros son los más generalizados, especialmente los fabricados con un tronco hueco, mientras que los de corcho se reducen a varios concejos del extremo occidental (Allande, Grandas de Salime, los Ozcos, Boal, Pezós, Eilao) donde las sufreiras o corcheiras (alcornoques) son relativamente frecuentes.
La fabricación de los truébanos corre a cargo de los mismos apicultores, que no recurren a ninguna persona ajena a la casa.
La labor se lleva a cabo durante los meses de invierno (de noviembre a marzo) aprovechando el menor trabajo en la agricultura y ganadería, y debido a que es la época más propicia para talar los árboles. Las maderas más utilizadas son las de castañal (castaño), carbayo (roble) y cereizal (cerezo).
Los apicultores prefieren las dos primeras porque son maderas «muy calientes» y la última debido a que su «olor es muy del gusto de las abeyas, y dan más miel»; de todas maneras la madera de cerezo es una de las que los campesinos consideran que pone a las abejas gafas o agresivas. También se utilizan las maderas de teixu (tejo),figal (higuera), xardón (acebo) y teya (tilo).
La altura de los truébanos oscila entre 45 y 55 centímetros, y su diámetro entre 35 y 45 centímetros; para confeccionar los truébanos de tronco se escogen árboles que tengan el corazón podre; una vez talados y troceados se vacía su interior de dos maneras diferentes: una, con la ayuda de una gubia grande y un mazo de madera con el que se golpea aquella; y otra, hendiendo el trozo de madera por la mitad, longitudinalmente, con unas pinas (cuñas) de hierro, y labrando con un hacha y una azuela cada parte, finalmente se vuelven a unir con dos pares de tornos (clavijas de madera) que atraviesan interiormente ambas partes, o con dos herraduras viejas que se clavan por el exterior.
A veces se descortezan para evitar la propagación de insectos, aunque lo más corriente es que se conserve la corteza del árbol para dar más abrigo a las abejas. Las colmenas de tronco son las más abundantes de la región y en muchas parroquias las únicas que utilizan los campesimos.
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Fuente.