El fin justifica los medios

La Segunda Guerra Mundial es un tópico de muchas grandes películas de la historia del cine. El tema ha sido explotado profusamente por las grandes productoras del cine, quienes aparte de obtener un gran beneficio económico buscaban un fin político.

Uno de los mejores ejemplos de este hecho fue la película “Salvar al soldado Ryan” (1998), una obra maestra del famoso director Steven Spielberg, quien logró ganar gracias a ella los Globos de Oro a la mejor película y al mejor director, así como cinco galardones de los Oscar, entre ellos el de mejor director y el de mejor montaje. Tampoco es ninguna sorpresa que esta película recibiera esa cantidad de premios, ya que es de una enorme riqueza audiovisual; ni que comentarse tiene siquiera la fuerza de la primera escena del Desembarco de Normandía.

Pero ahora vamos a centrarnos en el monólogo final, que cierra la película de una forma bastante simple, pero bonita, en nuestra opinión. Después de la muerte del protagonista, el capitán John H. Miller (Tom Hanks), en la última batalla por frenar el avance alemán, la cámara combina un enfoque de primer plano de cada una de las caras de los personajes principales de su pelotón con unos planos generales que muestran la miseria y el destrozo que conlleva la guerra. Al mismo tiempo, de fondo, se reproduce la lectura de una carta del general George Marshall a la madre del soldado Ryan, con la voz de un narrador intradiegético que culmina con una transición de “dissolve” de la cara del soldado Ryan (Matt Damon) hacia su presente, ya como un anciano, delante de la tumba de su capitán, John Miller, en el icónico cementerio estadounidense de Normandía.

Luis Martín Bayod Cuevas