PIN I CULTURA CINEMATOGRÁFICA

Categoría: Canciones sobre cine

Los Fantasmas Del Roxy, de Joan Manuel Serrat

Sepan aquellos que no estén al corriente,
que el Roxy, del que estoy hablando, fue
un cine de reestreno preferente
que iluminaba la Plaza Lesseps.
Echaban NO-DO y dos películas de ésas
que tú detestas y me chiflan a mí,
llenas de amores imposibles y
pasiones desatadas y violentas.
Villanos en cinemascope,
hermosas damas y altivos caballeros del Sur
tomaban té en el Roxy
cuando apagaban la luz.
Era un típico local de medio pelo
como el Excelsior, como el Maryland,
al que a mi gusto le faltaba el gallinero,
con bancos de madera, oliendo a zotal.
No tuvo nunca el sabor del Selecto
ni la categoría del Kursaal,
pero allí fue donde a Lauren Bacall
Humphrey Bogart le juró amor eterno
mirándose en sus ojos claros.
Y el patio de butacas aplaudió con frenesí
en la penumbra del Roxy,
cuando ella dijo que sí.
Yo fui uno de los que lloraron
cuando anunciaron su demolición,
con un cartel de: «Nuñez y Navarro,
próximamente en este salón».
En medio de una roja polvareda
el Roxy dio su última función,
y malherido como King-Kong
se desplomó la fachada en la acera.
Y en su lugar han instalado
la agencia número 33 del Banco Central.
Sobre las ruinas del Roxy
juega al palé el capital.
Pero de un tiempo acá, en el banco, ocurren cosas
a las que nadie encuentra explicación.
Un vigilante nocturno asegura
que un trasatlántico atravesó el hall
y en cubierta Fred Astaire y Ginger Rogers
se marcaban «el continental».
Atravesó la puerta de cristal
y se perdió en dirección a Fontana.
Y como pólvora encendida
por Gracia y por La Salud está corriendo la voz
que los fantasmas del Roxy
son algo más que un rumor.
Cuentan que al ver a Clark Gable en persona
en la cola de la ventanilla dos
con su sonrisa ladeada y socarrona,
una cajera se desparramó.
Y que un oficial de primera, interino,
sorprendió al mismísimo Glenn Ford,
en el despacho del interventor,
abofeteando a una rubia platino.
Así que no se espante, amigo,
si esperando el autobús le pide fuego George Raft.
Son los fantasmas del Roxy
que no descansan en paz.

Cine, Cine, de Luis Eduardo Aute.

Recuerdo bienAquellos cuatrocientos golpes de TruffautY el travelling con el pequeño desertorAntoine DoinelPlaya a travésBuscando un mar que parecía más un paredónY el happy-endQue la censura travestida en voz en offSobrepusiera al pesimismo del autorNos hizo verQue un mundo cruelSe salva con una homilía fuera del guión
Cine, cine, cineMás cine por favorQue todo en la vida es cineQue todo en la vida es cineY los sueñosCine son
Al fin llegóEl día tan temido más allá del marPrevisto por los grises de Henri DecaeCuánta razónTuvo el censorAntoine Doinel murió en su domicilio conyugal
Pido perdónPor confundir el cine con la realidadNo es fácil olvidar Cahiers du cinémaLe Mac MahonEso pasóSon olas viejas con resacas de la nouvelle vague
Cine, cine, cineMás cine por favorQue todo en la vida es cineQue todo en la vida es cineY los sueñosCine son
Cine, cine, cineMás cine por favorQue todo en la vida es cineQue todo en la vida es cineY los sueñosCine son

 

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