El acoso escolar o bullying consiste en agresiones físicas y/o psíquicas reiteradas y continuadas que sufren niños/as o adolescentes en el entorno escolar (o fuera de él) por parte de algún/a alumno/a o grupo de alumnos. Este tipo de conductas son, entre otras, agresiones, intimidaciones, aislamiento, amenazas, insultos, burlas y otras actitudes similares. Esta situación se complica aún más cuando el acoso escolar es a través de las redes sociales o móviles (ciberacoso o ciberbullying) ya que estas agresiones se perpetúan y mantienen durante más tiempo, en el anonimato de las redes.

Esta situación de acoso produce consecuencias, no solo en la víctima, sino también para los/as agresores/as y aquellos/as alumnos/as que presencian el acoso.

En el caso de la víctima, diversas investigaciones han encontrado como consecuencias:

  • Fracaso y dificultades escolares.
  • Alto nivel de ansiedad.
  • Fobia escolar.
  • Déficit de autoestima.
  • Cuadros depresivos.
  • Intentos de suicidio.
  • Baja expectativa de logro.
  • Actitud de indefensión continua al sentirse incapaz de controlar por sí sólo las situaciones de acoso.

En el caso del/a agresor/a, también se han encontrado consecuencias perjudiciales:

  • Aprende maneras poco adecuadas para lograr sus objetivos y solucionar los conflictos.
  • Existe un aumento del riesgo de desarrollo de conductas delictivas.
  • Problemas de empatía, dificultades en las habilidades sociales.
  • Aunque estas conductas le proporcionan un reconocimiento intragrupal y le sitúan como líder, adquiere características propias de una banda juvenil.
  • Debido a estos reconocimientos, es posible que generalice estas conductas a otros ámbitos de su vida (familia, relaciones sociales, amistad, pareja, trabajo….).

Por último, los/as observadores/as del acoso, se encuentran estas consecuencias:

  • Dificultades en el desarrollo moral.
  • Normalizan las conductas violentas, dentro del clima intergrupal.
  • Disminución de la empatía. Al estar expuestos al sufrimiento de los acosados, se desensibilizan.
  • Relación de miedo o admiración hacia los acosadores.

Las familias tienen un papel fundamental en la prevención, detección e intervención en situaciones de acoso. Es por ello fundamental, que se establezca una coordinación y comunicación eficaz con el centro educativo para evitar estas situaciones.

Horno y Romeo (2017) exponen los principales indicadores que las familias deben tener en cuenta a la hora de detectar situaciones de acoso. Este artículo  puede servir de guía para todos/as vosotros/as que, como padres y madres, estáis preocupados por estas situaciones.

En la web de Educastur se encuentra un documento con orientaciones sobre el acoso escolar, que pueden ayudar a detectar aquellas situaciones susceptibles.