Nos encontramos en una situación en la que pocos nos hubiéramos imaginado que íbamos a estar alguna vez: una pandemia. Los telediarios han pasado de narrar conducciones temerarias, homicidios o fiestas comarcales, a hacer un recuento diario del número de muertos, como si estos fuesen cifras de campeonato, batiendo récords semana tras semana. Otra de las noticias cotidianas es la falta de recursos médicos, de personal sanitario y los interrogantes sobre el porqué de ello. La respuesta es tan simple que abordaremos el problema utilizando el método ideado por Renato Descartes en el siglo XVII.

Según este, primero, debemos concebir el problema sin prejuicios y manteniendo la razón pura. Luego, tenemos que dividirlo en cuántas partes elementales nos sea posible. Tras ello, elaboraremos deducciones desde las cuestiones más simples a las más complejas. Por último, revisaremos nuestra argumentación.

Nuestro problema es la falta de personal y material sanitario. Sin embargo, en España cada año se forman miles de médicos y enfermeros, y se obtienen innumerables ingresos con los que podrían comprarse estos materiales.

En esta cuestión podemos distinguir el problema de la falta de personal y, por otro lado, la falta de recursos.

Como ambos problemas son igual de simples, comenzaré a realizar deducciones sobre la escasez de materiales. Si en España cada año se obtienen grandes cantidades de dinero, entonces tendría que haber un mínimo suficiente para cubrir estas necesidades, pero esto no es así. Si retrocedemos en el tiempo hasta no hace mucho, recordaremos los millones de euros que han sido robados por los políticos que han tenido algún cargo en el gobierno y han tomado «las mejores decisiones para el pueblo». Si nos retrotraemos hasta hace menos tiempo aún, hasta la familia real también ha defraudado dinero, y algunos de nuestros máximos representantes han acabado encarcelados y exiliados. Por lo tanto, si este dinero hubiera permanecido en las arcas del Estado, nuestro país podría permitirse EPIs para sanitarios cuando fuese necesario.

Tras abordar el primer problema, realizaré deducciones sobre el segundo. Si en nuestro país, cada año, alrededor de doce mil personas aprueban el examen MIR, España tendría que estar llena de médicos, a los que se sumaría otro gran número de enfermeros. Lo cierto es que esto no es así porque un elevado porcentaje de personal sanitario emigra a otros países en los que poder trabajar con adecuados materiales y donde su salario sea acorde con la importancia de su trabajo. Pero, para una mejora de sueldo, haría falta más dinero en España, por lo que el problema nos conduce al mismo hecho que el anterior.

Revisando la argumentación, puedo sacar en conclusión que el verdadero problema de nuestro país no ha sido la rapidez con la que ha llegado el virus, sino el historial político y monárquico que llevamos arrastrando décadas.

Ángel Álvarez Torollo