Semana 11: «Prejuicios», Carla A. A.

– ¿No es así, señoría? Si no hay pruebas, no hay delito. ¿Cierto?

Las personas presentes empezaron a murmurar en mi contra. Fue entonces cuando la jueza dijo:

– ¡Silencio en la sala! ¡He tomado una decisión! ¡Te declaro inocente!

Salí escoltado de la sala hasta llegar a mi coche. Justo antes de irme, una pistola me apuntó y…

– ¡Corten! ¡Muy buena toma! ¡Gran actuación!

Semana 9: «La venganza», Abel F.S.

«¿Cómo lo supo?«, me dije a mí mismo cuando me contó lo que había hecho ayer por la noche en la casa de sus amigos. Me explicó que lo sabía porque había puesto cámaras por si le robaban algo en casa. Entonces me di cuenta de que iba a llamar a la policía. Le pedí que por favor no lo hiciera, pero él no me contestó. Se fue a la cocina y cerró la puerta. Nunca sabré lo que pasó.

Semana 8: «La sala de interrogatorios», Lucía M.D.

Bueno, por ahora ese era el plan. Todo iba a la perfección hasta que me descubrió. Os comento.

Yo le conocí en el instituto, éramos la parejita del año y aunque yo le veía extraños comportamientos con otras chicas nunca le di importancia.

Pasaron los años y nos casamos, una boda magnífica.

Nunca quisimos niños en nuestra relación, ya era bastante con aguantarle a él y a mi suegra. Cuando murió su madre, esa que no le quiso hasta que empezó a trabajar como banquero, él empezó a beber y a salir más de la cuenta. Creedme, yo no soy una mujer celosa, pero aquel día quise experimentar. No tenía fuerza para cargar a un muerto en brazos, así que le causé una «muerte natural». Estaba borracho y le empujé por las escaleras de emergencia.

Después de asistir al funeral me dediqué a viajar en primera clase por todo el mundo. Cuando volví me encontré con que una de sus amiguitas me había delatado pero la única pieza que no encaja es: ¿cómo lo supo?

Semana 7: «RPQ33», Ainhoa C.M.

Me han programado así. ¡Quién lo iba a pensar! Yo, RPQ33, androide guapetón de última generación. El último grito en ingeniería informática, el más avanzado de mi generación, lleno de algoritmos matemáticos, con un diseño innovador y perfecto. Pero lo más importante de todo: me han diseñado con sentimientos y emociones, así que todo el mundo quiere tenerme. Cuando me anunciaron, la gente estuvo haciendo cola durante días para comprarme y llevarme a sus casas. Ahora hay una lista de espera de seis meses, y como quieras tenerme en un color determinado, se puede alargar aún más. Pero tengo que reconocerlo, cuando me miro al espejo soy increíble. Han incorporado en mi disco duro un sinfín de sentimientos y emociones humanas. Hablo siete idiomas y tengo un movimiento de ojos espectacular. Poseo una autonomía de batería de cinco días y soy tan ligero que si te vas de viaje, puedes llevarme en la maleta. Y es que este 2085 es un año muy loco. Mi antecesor, RPQ23,  no tuvo tanta suerte como yo. Tenía algún cable cruzado y el pobre chocaba contra muebles y esquinas. No se vendieron muchos y la compañía casi quiebra. Así que conmigo se tomaron su tiempo y me hicieron perfecto; bueno, por ahora…

Semana 6: «Envidia», Carlota P.G.

Era mentira todo lo que ellos decían, era toda mi clase contra mí. Estaba harta, no tenía amigos y todos me odiaban. ¿Que qué ha pasado? Os digo.

Era lunes por la mañana, muy temprano: hicimos un concurso y gané. Martes por la mañana, otro concurso, también gané. Todos los días fue así, mis compañeros empezaron a pensar que hacía trampa; yo les decía que todas esas palabras raras que sabía decir, escribir y su significado salían de mi mente, pero no me creían. El profesor empezó a decir palabras: jíbaro, occiso, impávido, alevosía y más. Empecé a escribir y poner significados como siempre. El profesor se sorprendió, y ese día que aún recuerdo a pesar del tiempo preguntó cómo es que siempre lo sabía todo. Yo no le respondí como cuando a mis compañeros cuando me preguntaba, sino que le dije «me han programado así».

Semana 5: «Mercadona», Elena M.G.

Eran mis amigos. Bueno, empiezo por el principio de la historia.

Estábamos «el Dani», » la Leyre» y yo en el Mercadona comprando ya que nos habían expulsado del instituto. De repente, se apagaron las luces y me quedé sola: no había rastro ni de Dani ni de Leyre.

«Así por la cara» vinieron unos policías a arrestarme por haber hecho un delito, pero yo no sabía qué había hecho. Cuando llegué a la cárcel me dijeron que no podía salir hasta que pasaran 25 años.

Cuando pasó ese tiempo fui al mismo Mercadona en el que me habían arrestado. Comprendí lo que había pasado: un chaval mató a «la Leyre» y «al Dani» y se escapó por la puerta principal del Mercadona. Los policías me acusaron a mí de haber cometido ese asesinato.

Pero yo sabía que no había sido yo.

Era mentira.

Semana 4: «La peor senda», Álex M.G.

«Todo era una broma». Después de haberlo pasado tan mal, solo me quedaba reírme.

Era sábado por la mañana. Había quedado con mi primo para ir de excursión, lo tenía todo preparado: mochila, botas, cantimplora… y el móvil cargado a tope por si acaso era necesario. Íbamos a hacer la Senda del Oso. Llegamos allí y empezamos la senda. Hacía mucho calor, no paramos de beber y se nos acabó el agua; entonces fuimos al río a coger más. De pronto sentimos un ruido en los matorrales. Mi primo empezó a gritar y yo me asusté, ¡pensábamos que era el oso y que venía a por nosotros! Sentí un empujón y caí al río.

Cuando conseguí salir del río vi a dos chicos en la orilla. Cuando me acerqué, me di cuenta de que eran mis amigos.

Semana 3: «La broma COVID», Adrián V.G.

«¡Vamos a morir todos!». Eso es lo que decían mis abuelos cuando llegó el coronavirus por segunda vez. Ellos me contaron que cuando eran pequeños esto había pasado y mucha gente había muerto. Mi abuelo me dijo lo que había que hacer: comprar un perro, mascarillas, gel hidroalcohólico y descargarse TikTok.

Cuando llegó la cuarentena nos explicaron por qué compramos todo eso: el perro para tener la excusa de pasearlo y poder salir a la calle, las mascarillas y el gel para no contagiarse y TikTok para no aburrirse. Después de todo eso encendimos la tele y dijeron que era el Día de los Inocentes y que todo era una broma.