A Luis Collado Coch (Valencia, 1935), artista y creador gráfico, le gusta que le consideren ante todo un artesano del dibujo… Y no es para menos: lleva más de sesenta años en la profesión y sigue en activo, escribiendo y dibujando historietas bélicas a todo color con dos ingredientes básicos: mimo exquisito y la rigurosa documentación marca de la casa. Ahora no padece el apremio de los encargos ni está sujeto a consignas editoriales, pero sigue trabajando incansable en lo que ha sido y es la gran pasión de su vida. Su último álbum Objetivo Amberes (Amaniaco Ediciones, 2018) revisa históricamente uno de los últimos episodios de la Segunda Guerra Mundial: la contraofensiva del ejército alemán en Las Ardenas a fines de 1944. El maestro no se ahorra combates de blindados ni escaramuzas aéreas. El relato es trepidante. Las detonaciones y el rugido de los carros resuenan en los pabellones auditivos como en el mejor de los cinemascopes (¡sin una sola onomatopeya!). D. Luis ha trabajado diferentes géneros (western, policíaco, terror, histórico..) para prestigiosas editoriales de todo el mundo, y sus álbumes se han vendido tanto en el mercado nacional como en el internacional. Su firma está asociada con la de aquellos otros creadores legendarios de lo que ha sido la época dorada de la historieta en España. Haciendo un paréntesis en sus múltiples ocupaciones, no tiene inconveniente en atendernos amablemente cuando llamamos a su puerta para formularle unas preguntas.

Bl. A nosotros nos gusta pensar que el libro ilustrado, que el tebeo en sí, es una pequeña obra de arte ¿Está usted de acuerdo?

C.C. Completamente. Hay comics que son una verdadera obra de arte.

Bl. Como autor plenamente en activo, ¿guarda nostalgia de la década de los cincuenta y sesenta en la que usted dibujaba entre otros al mítico Ric Rice, el Pacificador?

C.C. Quizás un poco. Pero fue una época difícil… Había mucha competencia y yo no tenía los conocimientos que tengo  ahora…

Bl. En aquellas viñetas a una tinta las actitudes de los personajes son pudorosas, y las bellas señoras no se permiten ni una sola pose sugerente… ¿La censura marcaba de cerca a los dibujantes?

C.C. La censura de entonces era muy fuerte. No dejaban pasar nada. Recuerdo que en un guión de El Jabato los personajes estaban en África. En una tribu hay una nativa gordísima que se enamora de Fideo. Él no para de rehuirla. A la mujer le dibujé una falda con una abertura que enseñaba el muslo, para tentarlo… Pues bien: la censura me tapó con tinta la abertura y sin embargo no se fijaron en el juego sexual que se traía la nativa…

Bl. ¿Qué tebeos le gustaban en su infancia? ¿Le viene de ahí su afición por la historieta?

C.C.  Me gustan los americanos… Flash GordonLa Patrulla del MarfilEl Principe ValienteEl Hombre EnmascaradoTarzán… También me gustaban mucho Las páginas de El Inspector Dan, dibujadas por Giner, El Cachorro de Iranzo, Pantera Negra de Ortiz, o Aventuras del FBI de Bermejo. ¡Y cómo no!… Hazañas Bélicas de Boixcar y unos cuántos más. Efectivamente, fueron mis maestros.

Bl. ¿Qué tebeos actuales le resultan más interesantes?

C.C. No puedo hablar de los cómics actuales pues lo que veo es manga y no me interesa mucho.

 «Los cincuenta fueron una época difícil. Había mucha competencia y yo no tenía los conocimientos que tengo ahora»

Bl. ¿Cómo se siente más cómodo: creando sus propias historias o colaborando con un guionista?

C.C. Me siento más satisfecho creando mis historias, pues mis guiones me parecen de más calidad que la mayoría de los guiones ajenos (modestia aparte).

Bl. ¿Qué papel cree que ha tenido el cine en el lenguaje del tebeo clásico?

C.C. ¡Enorme! Ha influido en todos los dibujantes. Ha sido una fuente inagotable de ideas, encuadres, archivo de personajes, paisajes…

Bl. ¿Cuál es su obra, digamos, “más querida”?

C.C. ¿Mi obra más querida? De hecho hay varias en mi trayectoria profesional… Las que hice para Inglaterra, dibujando guiones sobre la Segunda Guerra Mundial durante más de veinte años… sobresale una serie titulada El Grupo Falken. Gracias a ello me especialicé en el tema bélico… Tanto es así, que ahora he vuelto al tema, pero a todo color. Los guiones son míos… ¡Y estoy disfrutando como un enano!

Bl. ¿Ha cambiado mucho la forma de trabajar de un creador de mediados del siglo pasado a hoy en día?

C.C. ¡Ya lo creo! Entonces solo tenías un papel bastante malo, unas plumillas, un pincel y tinta china. Ahora las herramientas son mucho más variadas. Tenemos unos papeles muy buenos y, sobre todo, podemos colorear las viñetas directamente. Yo, por ejemplo, pinto las viñetas como si fueran ilustraciones, algo impensable por aquel entonces.

Bl. ¿Nos podría contar alguna anécdota que le haya sucedido a lo largo de su dilatada y prolífica carrera profesional?

C.C. Bueno… Hay muchas… Recuerdo lo que hacíamos cuando trabajábamos para Bruguera ilustrando cuentos de hadas… Imaginaos la sala de un castillo en época medieval… Se puede ver a la princesa de turno hablando con su padre, el rey. Pues poníamos, por ejemplo, un teléfono en un rincón o una lámpara moderna sobre una mesilla. Y hacíamos apuestas sobre si lo descubrirían o no en la editorial. ¡Era divertido! Me acuerdo también de que un año me invitaron al festival de cine de Gijón. Allí, en la playa, nos obsequiaron con una parrillada de sardinas. Éramos unos cuantos dibujantes españoles y extranjeros. Entre ellos estaba el gran Hogarth, el dibujante de Tarzán, que había venido con su novio. Le ofrecieron sardinas, claro. Él cogió una, la olfateó, y con reparo le dio un pequeño mordisquito… ¡Casi nos deja sin sardinas! ¡Solo se le oían exclamaciones de satisfacción mientras se las devoraba…!

Con un poco de pena, concluimos (de momento) este breve recorrido por la historia viva de nuestra historieta bélica. Invitamos a nuestros incorregibles lectores a pasarse por la biblioteca y disfrutar de algunas de las obras que hemos citado aquí, entre ellas los ejemplares de Historias de soldados, Objetivo Amberes o los tomos de la Historia de España en cómic (Genil, 1986) donde identificarán fácilmente el estilo inconfundible de nuestro autor. Queremos agradecer de corazón la paciente disposición de D. Luis Collado y pedirle sinceras disculpas por perturbar la calma del artista, que lo nuestro sí que ha sido una invasión en toda regla. Gracias D. Luis por habernos enseñado a disfrutar un poco más de la lectura y de los tebeos.