NUESTRA VIEJA MADREÑA
Per los caminos y caleyes oyíase el patucar de les madreñes, que sacaben fuéu al encatiase nes piedres del camín, y dalgún ixuxú retumbaba per les eres abaxo, xúntandose co’l cantar recio y melgueru…
(Pachín de Melás )
«Según la procedencia y según la forma suelen recibir distintos nombres: redondes, casines, quirosanes, alleranes… La quirosana era tosca y pesada y se usaba ordinariamente con escarpines, era práctica porque tenía la boca estrecha adaptándose bastante bien al pie.
Por el aspecto que representaban podían ser: patonas, rasinas o baxinas cuando tenían los tacones gastados; lueques si están rajadas; ferradas si tienen clavos en los tacones. Al andar por las caleyas empedradas de la aldea producían un cierto ruido que, lejos de ser molesto, a los usuarios les agradaba, gustando ferrarlas con gruesos clavos de espiga. Al clavarlos solían “fender”, lo que evitaban iniciando el agujero con un alambre al rojo.
La “cantuesa” era un alambre con la que se apretaba la puntera cuando ésta se rajaba.
Cuando se gastaba la papera o parte inferior delantera se hojalataba con un trozo de lata sujeta con pequeños clavitos.
En muchos pueblos se usaba un pequeño palo para adquirir la madreña a la medida y servía para cada vez que se adquiría un nuevo par.
Como accesorio en épocas de nieve es curioso ver como acoplaban en la base de las madreñas unas tablas horizontales llamadas “barayones” que al ampliar la base de aquellas impiden que se hundan en la nieve.
(La Artesanía Popular Asturiana)
-Jose Manuel Feito,