Sin embargo, hay mucha gente, portugueses incluidos, que nunca han escuchado hablar mirandés y ni siquiera saben cómo suena. Podemos de una manera sencilla decir que es algo parecido al portugués mezclado con gallego y con algunos sonidos españoles.
Se parece mucho más al portugués, tanto en la fonética como en el acento. Pero es posible discernir algunos sonidos en ciertas palabras que son diferentes de la lengua portuguesa y que se acercan un poco más a la pronunciación castellana.
Alcides Meirinhos, miembro de la Associaçon de la Lhéngua i Cultura Mirandesa, creada en 2003, y uno de los grandes impulsores del mirandés, explica que “la lengua mirandesa es principalmente un habla”.
António Cangueiro es uno de ellos: este vecino de la aldea rayana de Bemposta aprendió en la capital de Portugal a leer y escribir en mirandés, que hablaba cuando era pequeño en casa pero que tenía que «dejar en la calle» al llegar a la escuela, donde solo se podía hablar portugués.
«Mi padre y sus hermanos eran de Sendim, una aldea cercana. Cuando les visitábamos se comunicaban en mirandés y me enfadaba porque no les entendía», relató a EFE este jubilado que perdió el contacto con la lengua tras emigrar a Lisboa a los veintiún años.
Cangueiro, ahora profesor de mirandés, atribuye la reconexión con su idioma materno a Amadeu Ferreira: un abogado que desarrolló una importante labor de divulgación con la traducción a lengua mirandesa de textos como la Biblia, ‘Os Lusíadas’ y los tebeos de Astérix el Galo.
El trabajo de Ferreira fue fundamental para que el 17 de septiembre de 1998 la Asamblea de la República portuguesa reconociese los «derechos lingüísticos» de la comunidad mirandesa.
La llamada ‘Ley del Mirandés’ contempla el derecho a promover esta lengua «como un instrumento de comunicación y de refuerzo de identidad de la tierra de Miranda», una región rural que en la última década ha perdido un 12 % de sus habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística.
A la sesión parlamentaria donde se aprobó esta medida asistió Ludobina Cangueiro, hablante de mirandés como su hermano António y que, 25 años después de aquel «día histórico», lamenta que este reconocimiento «no haya servido de nada».
«Nosotros seguimos sin hablar mirandés fuera de casa», resumió, en declaraciones a EFE, esta mujer, que a pesar de vivir en Lisboa desde hace décadas se esfuerza por utilizar con sus hijas la lengua que heredó de sus padres.
Su caso es una excepción. Para el filólogo Alberto Gómez Bautista, que escribió su tesis doctoral sobre lengua mirandesa, la falta de relevo generacional es la principal amenaza para su continuidad.
«Las personas de más de 60 años se comunican entre sí en mirandés, pero hablan con sus hijos y nietos en portugués», dijo este experto, que responsabiliza de esta brecha generacional a la estigmatización que durante décadas acompañó a sus hablantes por su origen rural y pobre.
Pese a esta reputación, en la actualidad un 80 % de los estudiantes de secundaria de Miranda do Douro escogen el mirandés como asignatura optativa, lo que en opinión de Gómez Bautista evidencia la «importancia» que los vecinos de esa zona le otorgan.
«Esto es aún más sorprendente si tenemos en cuenta que no hay radio, televisión ni prensa en mirandés o que se trata de una lengua que no se valora profesionalmente», apuntó.
Tanto Gómez Bautista como los hermanos Cangueiro tienen claro que la supervivencia del mirandés pasa por un mayor apoyo institucional ya que, dicen, el interés «está ahí».
«He tenido alumnos de todas partes de Portugal ¡Hasta de Francia!», se emocionó Cangueiro al recordar a Thierry, un universitario francés que durante su Erasmus asistió a sus clases y desarrolló una conexión «muy sentida».
En septiembre de 2021, Portugal firmó la Carta Europea de Lenguas Regionales y Minoritarias del Consejo de Europa, que promueve la protección de lenguas históricas, regionales y minoritarias.
Casi cuatro años después, el Gobierno luso todavía no ha adoptado definitivamente esta convención. EFE


